dimecres, 28 de març del 2012

Cuando un hombre tenía que pegar a las mujeres.

Últimamente estoy leyendo algunos libros de cuentos que tengo por casa de cuando era pequeño. La mayoría de libros que tengo son de principios de los ochenta y son cuentos para niños, cortitos e ideales para el lavabo. El caso es que leyendo algunos de estos cuentos uno se lleva las manos a la cabeza de cómo han cambiado las cosas en treinta años.


El último que tengo entre manos se llama “Fábulas y leyendas americanas” y es una recopilación de cuentitos llevada a cabo por el peruano Ciro Alegría (1909-1967). La mayoría de historias se basan en el folklore tradicional, tanto amerindio como de origen español. El libro más famoso de este autor fue publicado en 1941 y se titula El mundo es ancho y ajeno. Pero sigamos con el librito. Un libro de 130 páginas con dibujos que reúne 17 cuentitos, agrupados en tres partes: Fabulas y leyendas americanas, Leyendas de los Andes, Leyendas de la Selva Amazónica. La mayoría de las historias son fábulas con animales, donde cada animal representa algún rasgo humano. No son más que diferentes formas de contar las mismas historias que se explican en muchas de las fábulas que todos conocemos. Ahora bien, una de las historias me ha dejado impresionado por lo improbable que sería verla publicada hoy en día, creo.

A ver, el libro que yo tengo fue publicado en 1982 por Espasa Calpe en una colección llamada Austral Juvenil. En concreto este libro es el número 16 de la colección y está recomendado para niños a partir de 12 años.

El cuento que me ha llamado la atención está dentro del apartado de Leyendas de los Andes, y se titula El Consejo del Rey Salomón. En el cuento se explica la difícil convivencia de un hombre con su esposa viuda. Ella siempre está lamentándose de que no es tan bueno como su anterior hombre. Así él decide ir a pedir consejo del rey Salomón, el cual le dice que vaya a un cruce de caminos y observe hasta que llegue un cristiano en su burro y observe lo que dice y hace. Y dicho y hecho el hombre se acerca al camino e intenta guiar al burro por uno de los caminos, mientras la bestia quiere ir para el contrario. Ante esta disputa, esto es lo que relata el cuento tal cual, sin añadir ni quitar ni una coma.

“[•••] Entonces el cristiano se bajó y cortó un palo.

Montó con el palo agarrado y cuando el burro quiso irse por el camino que no era, juá, le sonó por las orejas y todavía le aplicó dos más, juí, juá… Y el burro salió andando por donde era, y el jinete dijo entonces: “Al burro y a la mujer, palo con ellos.” Entonces el cristiano, oyendo y viendo, comprendió y también cortó su palo y se fue a su casa. La mujer comenzó con su cantaleta: “Uyuyuy, uyuyuy, ¿dónde te has ido? Solita me dejas. Mi difuntito no era así. Él era muy güeno (y era así, y era asá, todas las cosas buenas tenía), uyuyuy, uyuyuy.” Cuando se cansó de la tonada esa, salió con la otra: “-Me voy a ir, ya me voy.” Entonces el cristiano se le fue encima: “-con que te vas a ir, ¿no?” Y juí, juá, juí, juá… con el palo. Entonces la mujer rogaba: “-ya no, ya no, pero no me pegues.” Y el cristiano le dio todavía su yapa. Juí, juá, juí, juá: y la dejó botada por ahí. Ni más. La mujer ni volvió a llorar sin causa ni a decir que el difuntito era más bueno ni a quererse ir.

Bien dicen que el Rey Salomón era muy sabio.”

Y esto, claro está, me ha recordado a los imanes colgaos que hay por esas mezquitas del mundo diciendo como hay que pegar a las mujeres, como hay que tratarlas y otras barbaridades por el estilo. Y muchas veces se dice que los musulmanes están en la Edad Media y que están muy atrasados. Pues viendo esto, igual no están tan atrasados 30 o 40 años, al menos con España.